Según recoge de la investigación El País de Madrid, el olor va perdiendo intensidad, contra la creencia popular de que envejecer significa oler a rancio. “Los mayores pierden olfato y producción de olor corporal. Se ha visto que la piel huele con más intensidad en los hombres de mediana edad que en los muy jóvenes y muy mayores. Y cuando se pide a voluntarios que puntúen olores corporales, los mejores valorados son los más suaves, que corresponden a las personas mayores y mujeres”, explica Alonso.
“Nuestros microbios dependen de factores como la genética, la salud, la dieta, el sexo, agentes ambientales y la edad, y se puede afirmar que cada persona tiene su propio perfil de bacterias, las cuales intervienen en la producción del olor. Y si evolucionan a lo largo de la vida, nuestro olor corporal también”, explica Ignacio López-Goñi a El País de Madrid, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra.
Las sustancias volátiles de la piel contienen mucha información del ser humano como el sexo, la edad, la fertilidad, la dieta, los problemas metabólicos y de algunas enfermedades.